
Hoy llueve a cántaros. Mi cerebro permanece consumido por tus gestos insaciables de dolor, casi inconsciente e incapaz de digerir tu despedida. Mis confusas acciones, el no pensar para evitar así el nuevo enfrentamiento que la vida me muestra, enloquecen mis cinco sentidos y algún otro inexistente.
Es este vínculo entre el frío y la lluvia incesante, el que da como resultado una novedosa y nada agradable bienvenida al verano, custodiado por una sensación de agujas extremadamente punzantes que me atrapan en una red caótica, anulando la acción de tomar algún tipo de decisión para así pasar página y seguir caminando.
Me temo que es cierto: Soy ese pequeño insecto para ti. Ese insecto que, tras una estancia apacible en un lugar plácido y deseado llamado ‘tú’, ha dejado bruscamente de formar parte de él. Tú y tus mentiras habéis roto mis alas con un tímido aspaviento de manos. He dejado de revolotear por tu mirada y aun así tu boca continúa apuñalando mi ego mientras pronuncia ese violento ‘nunca más’ que parecía estar tan lejos.
Ahora no puedo volar. No tengo la fuerza, las ganas ni la movilidad que necesito, así que optaré por quedarme en este hueco vacío de sentimientos, dejando que se calme el frío, la lluvia incesante, el dolor punzante… con el único fin de sanar mi herida y con el tiempo alzar al vuelo.
1 comentario:
me gusta mucho tu blog !
te sigo ;)
Publicar un comentario