Y así, después de esperar tanto, un día como cualquier otro... decidí triunfar. Decidí no esperar a las oportunidades, sino yo mismo buscarlas. Aquel día descubrí que mi único rival no eran más que mis propias debilidades, y que ésta era la única y mejor forma de superarme; aquel día dejé de temer a perder y empecé a temer a no ganar. Descubrí que no era yo la mejor y que quizás nunca lo fui (no me importó). Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir. Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados y empecé a ser mi propia luz de este presente, y entonces entendí que de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de los demás. Aquel día decidí cambiar tantas cosas...
Desde entonces ya no duermo para descansar,
ahora sólo duermo para soñar
3 comentarios:
Muy buen texto! Sigue así!
Vaya, ¡qué bien escrito! Me ha encantado :) Si ya además, lo llevas a cabo, perfecto. Es muy buena forma de pensar.
Un beso :)
Diossss mio que entrada mas preciosaaa y que amnera de escribir tan bonita!!
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